miércoles, 26 de junio de 2013

LA SALUD COMO NEGOCIO


Copyright © Luis Perea 2013. Todos los derechos reservados. Cualquier copia, duplicación o uso del contenido de este artículo está prohibido salvo autorización previa del autor.


Creo sinceramente que este es un trabajo vocacional. No estoy hablando de crear una instalación deportiva, un centro de Wellness o similar. Me refiero a ofrecer y gestionar servicios de salud. Algo que sin duda debe ir íntimamente ligado a la vocación por mejorar la vida de las personas. 

Si buscamos la definición de salud, veremos que generalmente se define como la ausencia de enfermedades. Si todo quedara ahí, con los médicos (los buenos médicos) tendríamos suficiente para cubrir esa necesidad creciente de salud que tiene la población, (no olvidemos que la palabra Doctor deriva del latín “Docere”, que significa enseñar o instruir y esto implica una responsabilidad directa con el paciente). No se trata simplemente de solucionar la causa de la patología sino trabajar en la prevención de la aparición de esta, y esto exigiría un trabajo conjunto entre médicos y entrenadores personales o como yo prefiero auto denominarme: asesores de salud. 

Pero de nuevo, los modelos de vida que impone la sociedad actual, han potenciado por una parte, patologías como el estrés o la depresión y han creado nuevas patologías asociadas a este modo de vida cada vez más sedentario y peor alimentado: colesterol, hipertensión, sobrepeso… por otra parte, el marketing y las tendencias de mercado (las impuestas por diferentes sectores y también las que han nacido como respuesta al mercado) también han creado nuevos modelos de negocio que en ocasiones atentan contra el concepto de salud. Es el caso de la moda de estar extremadamente delgado o la comida rápida (una respuesta a la falta de tiempo).


Lo cierto es que se me hace tremendamente difícil en este post, hablar de la salud como un negocio puesto que la conservación de la salud debería ser un derecho común a todas las personas, y en cualquier caso, una vez llegados a un determinado grado de no-salud, sería trabajo del médico poner las medidas oportunas para recuperar en lo posible un nivel de salud que nos permita continuar con nuestra vida diaria. 

Dicho esto, creo que nuestro trabajo, además de resultar de ayuda para el colectivo médico, debería trabajar sobre todo en la prevención y en la corrección de hábitos erróneos, es decir, en aquellos hábitos que afectan precisamente nuestra buena salud. Aún a riesgo de levantar polémica, -algo a lo cual estoy más que acostumbrado- puntualizaré el hecho de que intentar modificar hábitos erróneos es tremendamente incoherente por aquellos “profesionales” (maximizo las comillas), que son incapaces de ser modelos de seguimiento en cuanto a sus correctos hábitos de vida, y si, me estoy refiriendo a fumar, beber en exceso, no atender las correctas revisiones médicas ni aconsejarlas encarecidamente a sus clientes, establecer y proponer medidas correctoras al estrés y cualquier otro hecho susceptible de dañar nuestra salud.

Partiendo de esta premisa, el lector convendrá conmigo en que en nuestro sector existe tal vez más negocio que vocación, más marketing que resultados y más profesionales entre comillas que sin ellas. De ahí que intentar explicar cuales son nuestros posibles campos de actuación en el campo de la salud o las poblaciones especiales sea especialmente comprometido cuando las propias bases de sustentación de nuestro sector: vocación y formación, no son excesivamente sólidas.

En este sentido, como profesional de la salud y también como profesional del marketing, una pregunta llega a mis oídos con frecuencia: ¿es ético hacer marketing de la salud?, mi respuesta es siempre la misma: el marketing no se ocupa tan solo de vender sino también de identificar, y es una poderosa arma de gestión que te permite focalizar, ser concreto y comunicar tu mensaje con fuerza. 


Luis Perea





No hay comentarios:

Publicar un comentario