lunes, 9 de septiembre de 2013

MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR

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Esta máxima que sabemos todos desde pequeños, ha quedado olvidada en nuestras mentes, enredada entre mil conocimientos inútiles, realidades infundadas e influencias externas a los que nuestra mente se somete diariamente. Como dice Eduardo Punset: "es muy importante desaprender todo lo que no es importante". Yo añadiría que tenemos que reaprender todo lo que es vital y enseñarlo de nuevo a los niños. 



Eliminar de nuestra mente todas las influencias contaminantes nos dejaría sin duda un gran espacio libre para formarnos en hábitos correctos para nuestra salud, pero parece ciertamente una empresa difícil para la que en estos momentos no tenemos ni medios ni energías ni datos para emprender con suficientes garantías.

El Dr. Valentin Fuster, Director de Cardiología del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, afirma que la autoprotección mediante cambios en el estilo de vida tendrá un efecto más impactante en la prevención vascular que el mejor de todos los tratamientos. Autoprotección es una palabra que sintetiza con fidelidad prácticamente todo lo que he escrito hasta este punto. Resulta paradójico que invirtamos tanto en medios para no lesionarnos en caso de accidente con nuestro vehículo: airbag, barras de protección etc. y sin embargo omitamos que el consumo de tabaco provoca cada año en España alrededor de 56.000 muertes y se sitúa como la primera causa de fallecimiento en nuestro país por encima del sida o los accidentes de tráfico. Llegados a este punto es importante destacar que ni todos los hábitos nocivos para nuestra salud lo son en igual medida, ni todos tienen fácil solución.


El tabaco es un claro ejemplo de ello. No es fácil dejar de fumar, ni es fácil en la actual sociedad en la que vivimos rebajar nuestros niveles de estrés, uno de los factores que más predisponen a sufrir infarto cardíaco o ataque cerebral, pero lo que si es sencillo es entender el verdadero significado de la palabra autoprotección e ir incluyendo paulatinamente y de forma progresiva nuevas costumbres a nuestra vida que sustituyan a las nocivas para nuestra salud. Es un ejercicio de decisión, y sin duda una de las decisiones más importantes que podemos tomar en nuestra vida.

Siempre explico a mis clientes de Entrenamiento Personal, que llevar un estilo de vida saludable no es sólo algo que podamos agrupar en un concepto. No es simplemente Wellness ni algo que podamos circunscribir a la actividad física. Se trata sobretodo de un "cambio de chip" que modifique nuestras prioridades vitales. No es necesario convertirse en un bicho raro, no tendremos que llevarnos la comida en una fiambrera ni nada por el estilo.
El principal ejercicio de prevención es identificar en primer lugar que es lo que estamos haciendo mal y colocarlo en nuestra lista personal de objetivos a llevar a cabo. En segundo lugar iremos cumpliendo esos objetivos paso a paso, de forma progresiva hasta tener control sobre lo que hacemos con nuestra salud, con nuestro cuerpo y con nuestra vida. Perder el control significa admitir que cualquier agente externo como los hábitos grupales nocivos, fumar, beber, el sedentarismo etc. son superiores a nosotros mismos, con lo cual, si algo puede convertirse en un momento u otro en un peligro potencial y admitimos no tener control sobre ello, estamos expuestos a la suerte por un lado y por otro al condicionante genético y medioambiental que hará que más tarde o más temprano se manifieste esa pérdida de control en una patología más o menos grave. Si algo puede dañarnos, ¿no es lógico intentar eliminarlo?

También es una cuestión de prioridades. El trabajo suele ser una prioridad para gran parte de mis clientes, tanto, que a veces es antepuesto por delante de su pareja, su vida sexual, sus hijos… y muchas, muchas veces por delante de su salud. Por lo general, en estos casos, existe un miedo a atroz a no ser verdaderamente eficiente, porque se supone que la pérdida de eficiencia laboral es la antesala del despido o de la pérdida de ingresos, y los seres humanos parecemos no estar preparados para el estado de fragilidad que supone perder la garantía de una cantidad mínima de euros al mes. Pero sin embargo asumimos perder calidad de vida que supone dejar entrar en la enfermedad en nuestra vida. Pero es un riesgo sin cara y generalmente sin nombre, es un riesgo intangible. 

El hecho de no poder pagar al banco, no poder pagar las facturas o perder el trabajo es un riesgo real con nombre y apellidos y a partir de cierta edad mucho más peligroso. Hay pocos enemigos tan tangibles. De todas formas es importante buscar el equilibrio entre el trabajo y la salud. Simplemente porque si descuidamos el trabajo, posiblemente a corto plazo estaremos en una situación difícil aunque con opciones de cambio, pero si descuidamos la salud, a corto, medio o largo plazo todo lo demás puede desmoronarse y las opciones de cambio estarán no en nuestras manos sino en las manos del médico.

Sin duda el momento de transición no es fácil. Y es mucho más difícil cuanto más apartado se está del concepto de vida sana. Pero lo que si es sencillo es ponerle nombre y cara a los malos hábitos que vamos alimentando. Lo cierto es que la prevención exige primero saber que es lo que está mal y porqué y después saber como cambiar. En definitiva, vivir bien significa disfrutar la juventud y tener muchas más posibilidades de disfrutar también de un envejecimiento activo en el plano físico y mental. Aunque es sabido que un entorno social desfavorable y poco concienciado con los hábitos de vida sanos puede ponernos trabas de forma continuada, yo propongo al lector un ejercicio de autocrítica lo suficientemente profundo como para preguntarse ¿verdaderamente lo que amamos o por lo que luchamos en la vida no merece la pena como para intentar mantenerlo y disfrutarlo cuanto más tiempo mejor? Si la respuesta es negativa, posiblemente es usted una persona pesimista y su primer paso sea buscar con ayuda profesional quien le oriente hacia una visión más positiva y creativa de su propia existencia. Si la respuesta es positiva, ¡adelante! hoy es un día perfecto para comenzar un nuevo estilo de vida.

Uno de mis clientes -y amigo- el cirujano plástico y estético Dr. Ramón Vila-Rovira, director del Institut Vila-Rovira de Clínica Teknon, me comento una vez mientras corríamos: "si juegas con todas las cartas ganadoras es difícil perder… claro que puedes tener mala suerte y que pierdas la partida pero si eliges las mejores cartas aumentas tus posibilidades…" tengo que decir que sin duda el Dr. Vila-Rovira es una de las personas que he conocido con mayor sensibilidad hacia la importancia del ejercicio físico y los hábitos saludables de vida. Su concepto de prevención no se frena ante barreras como "no tengo tiempo" o "trabajo demasiado como para hacer deporte"… si le explico a alguien que solíamos entrenar antes de amanecer posiblemente no me creería pero es así. El sabe muy bien que las cartas ganadoras, “los ases”, se llaman ejercicio físico regular, hábitos correctos de vida, motivación, eliminación de factores de riesgo, optimismo y una adecuada nutrición. También gestiona sus prioridades de forma que la clase con su profesor de inglés a las once de la mañana sea tan importante como la sesión de entrenamiento que ha realizado a las siete y la operación que realizará a las doce. ¿Fuerza de voluntad? puede, pero sobre todo organización, priorización y ejercicio de inteligencia y coherencia.

El ejercicio físico representa además una de las más eficaces herramientas de prevención de las que disponemos, ayudándonos a perder peso, a disminuir el estrés, aumentar la fuerza física y la autoestima, disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, diabetes… y así hasta un largo etcétera. En estos momentos, me atrevo a decir que la prevención debería ser una obligación individual. En el caso de España, en una sociedad en la que se espera que la sanidad pública cubra todas nuestras necesidades sanitarias y en donde el porcentaje de septuagenarios y octogenarios está aumentando enormemente, no podemos esperar que la Seguridad Social tenga suficientes recursos económicos para costear el pago de todas las enfermedades crónicas y jubilaciones de los próximos años. A no ser que economistas, sociólogos, políticos y gerontólogos encuentren una solución a corto plazo, yo me plantearía seriamente no dejar en manos del sistema algo tan importante como mi salud.


Plantearme la lotería de padecer diabetes, o hipercolesterolemia -en el mejor de los casos- dependiendo de un fármaco durante una larga temporada o incluso para el resto de mi vida, pudiendo haber buscado una solución, me parece sencillamente ridículo. Nuestro sentido de autoprotección debería darse por aludido y buscar las mejores cartas posibles porque el sedentarismo, el abuso del alcohol, el consumo de drogas y el estrés entre otros factores, juegan con cartas marcadas por condicionantes genéticos y medioambientales, pero contra los que hoy día podemos luchar con diferentes armas.

Prevenir significa tener visión de futuro

Hace solamente ciento cincuenta años atrás, el futuro se dibujaba en torno a la familia y a la garantía de techo y alimento. La educación y la cultura pasaban a ser patrimonio de las clases sociales más acomodadas y con ellas el conocimiento y la independencia de decidir que hacer con su tiempo de vida. Hoy, tenemos casi garantizado un estilo de vida absolutamente configurable: podemos elegir una opción estética, un modelo socio-grupal en el que autoincluirnos, una selección de las tendencias y posibilidades de ocio casi inimaginables y cada vez más, una gran oferta deportiva a precios populares. En estos momentos disponemos de los medios y de la información necesaria, sentirse bien es por tanto una opción de futuro, una elección que podemos o no hacer, es una cuestión de actitud.

También ahora más que nunca las estadísticas nos "cantan" verdades que antes eran sólo suposiciones: En España fuman diariamente 9,5 millones de personas, lo que supone el 29% de la población de más de 15 años, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La mitad de los fumadores mueren como consecuencia del consumo de tabaco y de ellos, el 60 % lo hace en la edad media de la vida, con lo que la pérdida media de años potenciales de vida se sitúa en torno a los 15-20 años. En cuanto a la mortalidad, se ha calculado que en España mueren cada año 56.000 personas como consecuencia del tabaco, de ellos el 1 % en calidad de fumador involuntario por estar expuestos al ACTH, (aire contaminado por humo de tabaco). Las cifras son escalofriantes: cada 10 minutos muere en España un individuo por causa del tabaco. (datos de la "Fundación Española del Corazón), esto no es precisamente tener visión de futuro, y si parte de las virtudes atribuibles a los seres humanos es la capacidad de prever los resultados de sus actos en el tiempo, más de uno debería darse por aludido… se trata sin duda de una peligrosa partida en la que hay un 50% de posibilidades de perder. Podemos tomar una actitud u otra, de nuevo es una cuestión de actitud.

Lo cierto es que las principales causas de mortandad de la actualidad son las patologías coronarias y el cáncer, si bien la obesidad, las cardiopatías isquémicas, la osteoporosis que ataca al 25% de las mujeres de más de 60 años y la depresión son los principales causantes de la pérdida progresiva de facultades físicas y mentales que merman nuestra calidad de vida e independencia física.

Para todo ello disponemos de dos armas muy efectivas: el ejercicio físico y el ejercicio del optimismo. Porque solamente siendo optimistas podemos afrontar con fuerza la lucha que supone enfrentarse a actitudes sociales preestablecidas, a costumbres arraigadas en nuestra mente y en nuestra vida. Tener una visión de un futuro negro y enfermizo no parece muy halagüeño, es preferible afrontar los retos con motivación e ilusión suficiente como para no desfallecer y continuar adelante.



Luis Perea


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