Copyright © Luis Perea 2013. Todos los derechos reservados. Cualquier copia, duplicación o uso del contenido de este artículo está prohibido salvo autorización previa del autor.
Siempre
he sido muy crítico con respecto a los diferentes
actores que actúan en el escenario de la salud. En esta película
incluyo a los médicos, técnicos de Fitness, especialistas en actividad física,
entrenadores personales, terapeutas, quiroprácticos y también -porque no-
gerentes de centros deportivos etc. Este análisis me ha llevado por una parte a
desconfiar de muchos de ellos y por otra a confiar y admirar profundamente a
otros, pero sobre todo me ha llevado a la conclusión de que podemos llegar al
mismo punto desde diferentes caminos. Este análisis puede sintetizarse en el
conocido dicho: "Ni son todos los que están, ni están todos los que
son" resumiendo la idea de que no todo lo que se vende en el entorno de la
salud y la actividad física es verdadero ni verdaderos son muchas veces los que
lo ofrecen.
La realidad es que los centros deportivos
en España tienen una deserción de entre el 35 y el 50% anual. Esto significa
que cada año, perdemos en nuestras instalaciones deportivas a casi la mitad de los
clientes y significa también que nuestros clientes o bien se aburren, o bien no
hemos sabido transmitirles la necesidad e importancia de hacer ejercicio físico
o bien no estamos cumpliendo los objetivos por los cuales este cliente se
apuntó a nuestra instalación. ¿Y qué mejor consejero de los buenos hábitos de
salud que el profesional de la salud, sea médico, quiropráctico, Entrenador
Personal o profesional de la actividad física?
Es cierto que actualmente el centro o
instalación deportiva conforma un nexo de relaciones sociales y un lugar
destinado al ocio y al esparcimiento. Pero también es cierto que estamos
sucumbiendo a las terminologías del marketing y a los procesos orientados a la
rentabilidad de los conceptos de negocio, más que hacia el verdadero propósito
de cualquiera de estos profesionales: la salud de las personas. El resultado es
evidente: por una parte nos hemos convertido en médicos que diagnostican y
prescriben soluciones farmacológicas, incapaces muchas veces de aportar soluciones
que ataquen el problema de raíz, y por otra tenemos a los pseudo-especialistas
en Fitness y actividad física, con más dotes de animadores turísticos que de
consejeros e implementadores de medios correctores que contrarresten los
hábitos erróneos de vida. Bienestar es mucho más que ganar masa muscular o
adelgazar y tiene poco que ver con lo que dice el espejo.
Partamos de la base de que un profesional dedicado al entorno de la salud, debe ser un modelo de comportamiento… desde mi perspectiva, explicarle a un paciente que padece un enfisema pulmonar y que debe dejar de fumar mientras el paquete de tabaco espera ansioso en el bolsillo del médico o el entrenador personal es algo amoral e inexplicable. De igual forma no podemos tratar con un cliente con sobrepeso o con cualquier otra patología que sea susceptible de precisar de una terapia conductual o de un proceso de convencimiento, cuando nosotros mismos no aplicamos estas reglas en nosotros. Los motivos de lo que hacemos bien y también de lo que hacemos mal, están principalmente en nuestro cerebro.
Partamos de la base de que un profesional dedicado al entorno de la salud, debe ser un modelo de comportamiento… desde mi perspectiva, explicarle a un paciente que padece un enfisema pulmonar y que debe dejar de fumar mientras el paquete de tabaco espera ansioso en el bolsillo del médico o el entrenador personal es algo amoral e inexplicable. De igual forma no podemos tratar con un cliente con sobrepeso o con cualquier otra patología que sea susceptible de precisar de una terapia conductual o de un proceso de convencimiento, cuando nosotros mismos no aplicamos estas reglas en nosotros. Los motivos de lo que hacemos bien y también de lo que hacemos mal, están principalmente en nuestro cerebro.
Para las personas que desean perder peso
puede ser muy beneficioso comenzar un programa de actividad física, pero si
además no enseñamos a esta persona a no cometer los errores que le hicieron
ganar peso sólo estaremos solucionando una parte del problema. Lo malo es que
ahora mismo hay más "ofertadores de servicios" que "ofertadores
de soluciones" o sea, se vende mucho pescado y pocas cañas de pescar. En este
punto es en donde, de nuevo, muchos pseudo-profesionales se darán por aludidos,
solamente hace falta una pregunta: ¿cuál es tu trabajo?, en mi caso particular
la respuesta está clara, mi trabajo, mi vida, es la salud, la salud de las
personas y mi propia salud. Si esta misma pregunta la hacemos a muchos
profesionales que en estos mismos momento están impartiendo actividades
dirigidas en cualquier gimnasio de España y del mundo, e incluso vistiendo una
camiseta en donde se lee “Entrenador Personal”, seguramente la respuesta no
será tan clara.
Y es que por desgracia, nuestro sector está poblado de mercenarios que se dedican a falsear el concepto de bienestar sin siquiera saber aplicar sus principios en ellos mismos. ¿Cómo podemos auto-denominarnos profesionales de la salud sin conocer y practicar este concepto en toda su extensión?
Y es que por desgracia, nuestro sector está poblado de mercenarios que se dedican a falsear el concepto de bienestar sin siquiera saber aplicar sus principios en ellos mismos. ¿Cómo podemos auto-denominarnos profesionales de la salud sin conocer y practicar este concepto en toda su extensión?
Desde luego que un médico puede ser un
gran profesional a pesar de ser fumador, la aplicación de su experiencia y
conocimientos no es vinculante con sus costumbres, pero tampoco olvidemos que la palabra Doctor
deriva del latín “Docere”, que significa enseñar o instruir y esto implica una
responsabilidad directa con el paciente. No se trata simplemente de solucionar
la causa de la patología sino trabajar en la prevención de la aparición de
esta. No es una cuestión de niveles. Lo que está mal está mal, así de sencillo.
Fumar un poco no es mejor que fumar mucho, simplemente es un acto que atenta
contra nuestra salud y demasiadas veces sobre la salud de los que nos rodean:
si nuestros hijos inhalan menos sustancias tóxicas al convertirse en fumadores
pasivos de nuestros cigarros, ¿es menos malo que si los fumaran directamente?
está claro que inhalan menor cantidad de plomo, alquitrán etc. pero lo que está
claro es que somos responsables de esa pequeña parte que entra en sus pulmones
y responsables de su salud y también de la nuestra.
Tengo la gran suerte de conocer grandes
médicos fumadores a los que reprendo constantemente en virtud de la amistad que
nos une. Muchos de ellos salvan vidas todos los días y algunos contribuyen a
mejorar la vida de algunas personas hasta un punto que jamás estará a mi
alcance. Se trata de cirujanos, neurólogos, cardiólogos e incluso oncólogos que
pasan su vida investigando, estudiando y haciendo llegar a los pacientes lo
mejor de si mismos: su experiencia y una devoción admirable por su trabajo, es
lo que me ha hecho plantearme muy seriamente el escribir estos párrafos. Sin
embargo, y tras consultarlo con algunos de ellos, he llegado a la misma
conclusión que ellos: lo que está mal, está mal independientemente de si el que
lo hace es un neurocirujano con treinta años de experiencia, un astrofísico, un
abogado o un conductor de autobús, y repito: la actitud no es vinculante con
nuestro trabajo.
Si lo es, en cambio con nuestra salud. De cualquier forma, algunos de ellos incluso me han alentado en escribir de forma más dura sobre este aspecto y… sinceramente, no creo estar al nivel suficiente para hacerlo. Yo puedo mejorar la vida de una persona convenciéndola y ayudándola a modificar ciertos hábitos, pero desconozco los resortes científicos y médicos como para luchar con las enfermedades y más allá como para salvarles la vida. Ese es el trabajo de los médicos. Sin embargo, si me otorgo la licencia para manifestar que jamás me pondría en manos de un profesional de la salud y la actividad física si el mismo es incapaz de ser responsable de su propia salud.
Si lo es, en cambio con nuestra salud. De cualquier forma, algunos de ellos incluso me han alentado en escribir de forma más dura sobre este aspecto y… sinceramente, no creo estar al nivel suficiente para hacerlo. Yo puedo mejorar la vida de una persona convenciéndola y ayudándola a modificar ciertos hábitos, pero desconozco los resortes científicos y médicos como para luchar con las enfermedades y más allá como para salvarles la vida. Ese es el trabajo de los médicos. Sin embargo, si me otorgo la licencia para manifestar que jamás me pondría en manos de un profesional de la salud y la actividad física si el mismo es incapaz de ser responsable de su propia salud.
El porqué la gente no actúa en
consecuencia con lo que aprende es todavía una incógnita. Parece ser que
nuestras actitudes y decisiones están regidas mucho más de lo que pensamos
precisamente por el pensamiento inconsciente. Los psiquiátras y psicólogos
hablan de mecanismos de recompensa, socialización e incluso coacción
involuntaria… de esto saben mucho los especialistas en marketing. Pero lo
cierto es que gran parte de lo que somos, se aprende, pero otra parte de como
actuamos y de nuestra propia manera de vivir está sujeta a decisiones poco
planificadas y que quedan en muchas ocasiones determinadas por razones todavía
desconocidas en zonas no exploradas de nuestro cerebro.
También llevar una vida insana,
alimentarse de comida basura, llevar una intensa actividad de ocio nocturno con
la consiguiente disminución de las horas de sueño y su repercusión sobre el
sistema inmunológico, beber alcohol en exceso y consumir sustancias que
provoquen drogodependencia, no es tampoco una cuestión de grados, lo que es
nocivo lo sigue siendo aunque lo hagamos en menor medida o lo hagamos de vez en
cuando. Actualmente sabemos por ejemplo que la nicotina es una de las sustancias
que crea más adicción.
Evidentemente, no es tan ofensivo a la vista ver a una persona fumar, que verlo agazapado con una goma en el brazo inyectándose heroína en la vena. Sin embargo cambian solamente dos cosas: la vía de entrada y la costumbre social que nos ha hecho aceptar una actitud aprendida como algo normal. Si la permisibilidad en el ataque contra la salud, es una cuestión de toxicidad, entonces no estamos hablando de salud, estamos hablando de química o más allá, de neurofisiología o medicina… si de lo que estamos hablando es de salud, entonces llamemos a las cosas por su nombre.
Evidentemente, no es tan ofensivo a la vista ver a una persona fumar, que verlo agazapado con una goma en el brazo inyectándose heroína en la vena. Sin embargo cambian solamente dos cosas: la vía de entrada y la costumbre social que nos ha hecho aceptar una actitud aprendida como algo normal. Si la permisibilidad en el ataque contra la salud, es una cuestión de toxicidad, entonces no estamos hablando de salud, estamos hablando de química o más allá, de neurofisiología o medicina… si de lo que estamos hablando es de salud, entonces llamemos a las cosas por su nombre.
Entender esto es imprescindible para los
que nos dedicamos a este mundo y para los que desean dar un giro a su
existencia hacia un estilo de vida más saludable. Un día, conversando con Lucas Leal, uno de los mejores
especialistas en biomecánica del ejercicio y activación muscular de nuestro
país y entrenador personal, me dijo algo que ilustra perfectamente este
concepto de disociación entre lo que hacemos mal en relación a los efectos
producidos por estos actos. Hablábamos sobre un ejercicio muy difundido en las
salas de entrenamiento de los gimnasios de todo el mundo: las poleas tras nuca
para el trabajo de la musculatura dorsal. Leal
explicaba el compromiso al que se someten los manguitos de los rotadores en la
zona acromio-clavicular, es decir, el hombro, al realizar este ejercicio
absolutamente erróneo, porque, según explicaba, el margen riesgo-beneficio no
era aceptable ya que los mismos músculos podían trabajarse de igual forma
pasando la barra por delante de la cabeza sin peligro alguno para nuestros
hombros. "Que no nos lesionemos no quiere decir que el ejercicio sea
correcto", -dijo-. De igual forma, que todavía no sintamos los síntomas de
nuestros actos erróneos de vida no quiere decir que no estén mal. Lo que indica
es que nuestro cuerpo por una razón o por otra, aguanta estos ataques hasta que
un día se manifiesten.
El cuerpo susurra antes de chillar. Lucas representa actualmente parte del “buque insignia” de un reducido grupo de profesionales de la salud y la actividad física que buscan la razón del por que ocurren las cosas en el cuerpo y como buscar una aplicación práctica en su prevención y tratamiento.
El cuerpo susurra antes de chillar. Lucas representa actualmente parte del “buque insignia” de un reducido grupo de profesionales de la salud y la actividad física que buscan la razón del por que ocurren las cosas en el cuerpo y como buscar una aplicación práctica en su prevención y tratamiento.
Lo ideal sería que nuestro médico
dispusiera de las suficientes sinergias como para recetar un medicamento para
controlar un problema coronario y también para delegar en un profesional de la
actividad física el programa de ejercicios idóneo para reducir su índice de
masa corporal y disminuir así el peligro de que el problema vaya a mayores. Un
profesional de la nutrición nos diseñaría una dieta personalizada según
nuestras necesidades, características y actividad física y un psicólogo o coach
nos motivaría hacia el "cambio conductual" con el fin de garantizar
nuestra adherencia a todo el programa. Este escenario ideal no está ocurriendo
en la vida real. Sólo en algunos casos se implementan fracciones de estos
procesos por parte de profesionales médicos y -cada vez más- Entrenadores
Personales con verdadera vocación y conocimientos como para responder a esa
sinergia con suficientes garantías. En este punto la palabra vocación se
relaciona directamente con los conceptos de Actitud y Aptitud de los que
también hablaremos.
Somos nosotros mismos los que debemos
aceptar que entre el estado de supuesta salud (durante el cual estamos "alimentando"
nuestra patología), el diagnóstico de la enfermedad y el consiguiente
tratamiento médico, quirúrgico y/o farmacológico existen puntos intermedios
sobre los que tenemos capacidad de gestión y cambio, ignorar esta capacidad es
sencillamente darle la espala a nuestra propia salud. Es importante identificar "que" estamos haciendo mal.
Ahora lo verdaderamente importante es aceptar que un acto erróneo de vida, un
hábito peligroso para nuestra salud lo sigue siendo independientemente de su
cantidad o repetición. Es así de sencillo, no es una cuestión de grados. Si no
somos nosotros mismos los que priorizamos sobre nuestra vida, entonces será el
médico el que tarde o temprano priorice sobre esta.
En estos momentos, las estadísticas y el
conocimiento científico sobre las causas de las principales patologías que nos
atacan son incomparables a tan sólo cincuenta años atrás. Se conocen de forma
más o menos exhaustiva los factores desencadenantes y las posibles formulas
preventivas. Disponemos de medios sociales más que suficientes como para
acceder a estas soluciones y cada vez hay más profesionales capacitados que
pueden ayudarnos y aconsejarnos. Por otra parte me niego a aceptar que la
totalidad de la actual estructura deportiva de nuestro país es incapaz de
motivarnos, fidelizarnos y ofrecernos respuestas concretas a problemas
concretos más allá de las modas, las tendencias y los conceptos de actividad
física que se camuflan bajo campañas de marketing, nombres llamativos, música y
luces de colores. Estar mejor está sobretodo más que en nuestras manos, en
nuestras cabezas.
Por de pronto, como profesional de este
sector lo que yo propongo es -de momento- que no dejemos la responsabilidad a
otros. Otros pueden darnos las herramientas, el diagnóstico, los medios, el
sistema y casi la oportunidad, pero la responsabilidad del cambio es nuestra.
Luis Perea
Luis Perea
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