Tal y como comentaba aquí, el aumento de peso es multifactorial y las soluciones por tanto son varias. Voy a enumerar las posibles "soluciones", no a modo de guía, ya que ese sería en cualquier caso labor del especialista médico, sino a modo de exposición y aprendizaje:
Podemos combinar algunos días a la semana un programa de ejercicio de cargas o resistencias (pesas o ejercicios en máquinas de fitness) que incrementen nuestro índice de masa muscular, por lo que al aumentar ligeramente nuestro nivel de músculo (no necesariamente en forma de tamaño), una hora de ejercicio como caminar vigorosamente, o jugar al Páddle, por ejemplo, ocasionará un gasto calórico superior. Esto nos permitirá no tener que disminuir drásticamente el ingreso calórico, y sin embargo generar más gasto diario de calorías.
Si nuestra composición corporal varía (aumentamos el nivel de masa muscular y disminuimos el de grasa), gastaremos mucho más durante el ejercicio y también durante el reposo, de hecho, una persona musculada gasta en reposo hasta un 13% más. Os aconsejo que leáis este post en donde detallo la importancia que tiene la masa muscular en los programas de pérdida de peso. Para aquellas personas que no les guste el ejercicio con resistencias o pesas, existen alternativas como las plataformas de vibración que ofrecen una alternativa de trabajo verdaderamente eficaz para mantener los niveles de masa muscular y con una inversión en tiempo mínima.
El ejercicio con cargas es extremadamente importante, ya que en contra
de la creencia popular, el ejercicio cardiovascular (como único sistema de
entrenamiento) si bien es eficaz para bajar peso, tiene la particularidad de
que cataboliza (destruye) masa muscular, por lo que al dejar de hacer ejercicio
deben consumirse menos calorías para mantener esa bajada. Este efecto
catabólico se ha demostrado de diferentes formas, una de las cuales ha sido
analizar la cantidad de nitrógeno presente en la orina con el fin de determinar
si este tipo de ejercicio genera pérdida de bases nitrogenadas o sea, pérdida
de músculo (debido a su estrecha relación en la asimilación de las proteínas).
Esto ocurre mayoritariamente en deportistas de fondo de media y larga
distancia, corredores de media maratón, triatlón de larga distancia y maratón
por ejemplo. De cualquier forma, que el ejercicio es IMPRESCINDIBLE en cualquier programa de adelgazamiento, es algo que no deja lugar a dudas, podemos ver aquí, una explicación pormenorizada de las razones fisiológicas.
También es importante romper ese mito tan extendido de que son
necesarias altas repeticiones con poco peso para conseguir “quemar grasa”, esta
es un “leyenda de gimnasio” sin ningún fundamento científico, de hecho, lo más
eficaz si lo que buscamos es mantener e incluso generar masa muscular es
realizar en torno a 8 y 12 repeticiones con aproximadamente un 70% de la carga
máxima. De nuevo, es importante respetar una correcta progresión y una perfecta
ejecución de cada movimiento.
- Intenta combinar de forma progresiva algún
ejercicio de alta intensidad como por ejemplo correr o ir en bicicleta. Es
importante ir aumentando de forma paulatina la intensidad con el objetivo
de que nuestro organismo y sistema cardiovascular se adapte gradualmente.
El ejercicio a altas intensidades (en torno al 75% del ritmo cardíaco
máximo) quema en media hora, más calorías que una hora de paseo a un ritmo
suave. El incremento paulatino es necesario por tanto, ya que no todas las
personas están capacitadas para realizar ejercicio a estas intensidades.
Es interesante destacar que
para que nuestro cuerpo consiga procesar un litro de oxígeno, el cuerpo debe
consumir unas 5 Kcal. Nuestra salud cardiovascular nos agradecerá este
ejercicio, pero no olvidemos que para quemar unas 600 o 700 Kcal deberemos
correr unos 10 km
a un ritmo bastante intenso que en el caso de un buen corredor popular pueden
ser unos cincuenta minutos, o sea que para quemar aproximadamente un kilo de
grasa (9.000 Kcal) deberíamos -siempre teóricamente- correr unos 130 Km . Evidentemente esto
es imposible, no porque no podamos correr 130 Km , que hay personas que
los corren, sino porque durante el ejercicio y durante la vida diaria, las
calorías que consumimos provienen de las grasas, pero también de los hidratos
de carbono etc.
Lo que está claro es que
para engordar un kilo de grasa, o bien hemos dejado de quemar unas 9.000 Kcal,
o bien las hemos ingerido de manera extra a lo largo de un periodo de tiempo.
Teniendo en cuenta que nuestro cuerpo gastará unas 2.000 Kcal diarias
aproximadamente, es factible aumentar un kilo de grasa si -por ejemplo- dejamos
de quemar o ingerimos un extra 500 Kcal diarias durante dos o tres semanas.
A todos los que ya tienen sobrepeso en la juventud les suelo hacer este cálculo y les pregunto: ¿te imaginas cual va a ser la progresión en los próximos años? De cualquier forma, olvidémonos de ese mito tan extendido de que caminar media hora dos o tres días por semana es suficiente. La pregunta es, ¿suficiente para qué? Si lo que buscamos es no ser absolutamente sedentarios, simplemente caminar puede ser un buen comienzo. Pero si lo que buscamos es adelgazar o tener efectos a nivel cardiovascular, comencemos por media horita tres días por semana y vayamos incrementando el tiempo y la intensidad de forma gradual hasta llegar a cuarenta minutos de ejercicio cardiovascular cinco o seis días a la semana. Alguno pensará: “ya, pero yo no tengo tiempo”, en ese caso le aconsejaría que intente ser más fiel al resto de las reglas: ejercicio de fuerza, alimentación etc. Si aún así su argumentación gira en torno al tiempo, le explicaría que a mi me hubiera encantado ser un profesional del baloncesto pero mi escasa estatura me impidió cumplir mi sueño: lo que no puede ser, no puede ser. Los milagros: a Lourdes.
A todos los que ya tienen sobrepeso en la juventud les suelo hacer este cálculo y les pregunto: ¿te imaginas cual va a ser la progresión en los próximos años? De cualquier forma, olvidémonos de ese mito tan extendido de que caminar media hora dos o tres días por semana es suficiente. La pregunta es, ¿suficiente para qué? Si lo que buscamos es no ser absolutamente sedentarios, simplemente caminar puede ser un buen comienzo. Pero si lo que buscamos es adelgazar o tener efectos a nivel cardiovascular, comencemos por media horita tres días por semana y vayamos incrementando el tiempo y la intensidad de forma gradual hasta llegar a cuarenta minutos de ejercicio cardiovascular cinco o seis días a la semana. Alguno pensará: “ya, pero yo no tengo tiempo”, en ese caso le aconsejaría que intente ser más fiel al resto de las reglas: ejercicio de fuerza, alimentación etc. Si aún así su argumentación gira en torno al tiempo, le explicaría que a mi me hubiera encantado ser un profesional del baloncesto pero mi escasa estatura me impidió cumplir mi sueño: lo que no puede ser, no puede ser. Los milagros: a Lourdes.
- Intenta comer de forma inteligente, o sea, sin abusar de las grasas, comiendo alimentos integrales (que provocan que el cuerpo “gaste” también para su asimilación), priorizando sobre los alimentos con un índice glucémico bajo, bebiendo mucha agua y repartiendo las calorías diarias necesarias en unas cinco tomas. Esto es importante si queremos decirle a nuestro cuerpo: “no hace falta que ahorres, pues dentro de dos o tres horas volveré a darte combustible…” de lo contrario, al comer solamente tres veces, lo que ocurre es que pueden pasar hasta siete horas entre el desayuno y la comida, por lo que al sentarnos a la mesa la sensación de hambre será mucho mayor y comeremos probablemente más calorías de las que en realidad necesitamos. Por otra parte: ¿Qué ocurre si hacemos una actividad determinada durante siete horas diarias? Pues que seremos muy eficaces en realizar esa actividad. Si a nuestro cuerpo lo acostumbramos a estar siete horas sin comer, lo que vamos a provocar es que sea tremendamente eficiente en crear reservas energéticas (en forma de grasa) para así poder soportar la situación de carencia al que le estamos sometiendo.
- Las matemáticas no son exactas cuando queremos
adelgazar. Pongamos un ejemplo: Si un gramo de grasa tiene 9 Kcal, medio
kilo tendrá 4.500 Kcal, por lo que presumiblemente consumiendo 600 Kcal
diarias por dos vías diferentes (300 Kcal menos de la dieta y un consumo
extra de 300 Kcal haciendo ejercicio), en siete días conseguiremos
consumir casi medio kilo de grasa (600 X 7= 4.200), pero esto es cierto
solo en parte, porque si bien podemos realizar una restricción calórica de
las calorías que ingresamos (las que comemos), existen metabolismos
tremendamente eficaces en obtener energía -por supuesto- de los hidratos
de carbono e incluso de las proteínas y los músculos, por lo que de esas
4.200 Kcal, no todas provendrán de una reserva energética grasa.
Muchas veces, me
encuentro con personas que aún y no presentando una obesidad generalizada, si
padecen en mayor o menor medida la llamada “obesidad abdominal”, y me preguntan
por soluciones rápidas y efectivas para “bajar la barriga”, pero el tema no es
para tomárselo a broma, y ciertas barrigas esconden en su interior verdaderas
bombas de relojería. Este caso, el muy frecuente en hombres a partir de los
cuarenta o cincuenta años, pero también en mujeres de mediana edad. Se trataría
de un exceso de grasa acumulada alrededor del abdomen, sumada a una eventración
y descolgamiento abdominal muy pronunciado que se refleja en un abdomen muy
abultado. Erróneamente y en tono cómico, se le llama “la curva de la
felicidad…”, algo paradójico teniendo en cuenta que esta obesidad abdominal
está directamente relacionada con enfermedad cardiovascular, hipertensión
arterial, arteriosclerosis y síndrome metabólico, patologías que en cualquier
caso no harán más que apartarte de la felicidad.
Sin un cambio de hábitos
alimenticios y de ejercicio físico, es muy difícil poner solución a este tipo
de problemas ya que la misma patología va desarrollando procesos que favorecen
su progresión como el aumento en la producción de la proteína C reactiva, la
resistencia a la insulina que acompaña casi siempre los estados de obesidad y
incremento de citoquinas que contribuyen junto con un exceso de grasas en la
alimentación y un exceso de bebidas carbonatadas a cronicficar el estado de
inflamación permanente de la zona abdominal.
Lo que parece ganar importancia día a día, es el ejercicio aeróbico-anaeróbico de alta intensidad y su repercusión en el aumento de la lipólisis. Este estudio así lo plantea.
Lo que parece ganar importancia día a día, es el ejercicio aeróbico-anaeróbico de alta intensidad y su repercusión en el aumento de la lipólisis. Este estudio así lo plantea.
Casi siempre, las personas que
paulatinamente han ido desoyendo las señales de aviso de su organismo y han
acabado por identificar el sedentarismo, el exceso de calorías y el alcohol,
por ejemplo, como aliados de su felicidad, acabarán desarrollando un cuadro en
el cual será difícil averiguar si fue el estado de obesidad el que les causó la
hiperinsulinemia (resistencia a la insulina) o bien fue al revés. La cuestión
es que llegados a este punto, a los malos hábitos de vida se les sumará un
apetito cada vez mayor provocado por la hiperinsulinemia que a su vez dará paso
a un aporte calórico aún más excesivo si cabe, para una masa muscular
seguramente insuficiente para consumir tal cantidad de combustible y un estilo
de vida con ausencia casi total de ejercicio físico. Este efecto dominó, trae
consigo de la mano a otros problemas que con el inevitable paso del tiempo
involucrarán también a nuestro hígado. Como podemos ver, detrás de la “curva de
la felicidad” nos encontraremos poco a poco diferentes y desagradables
sorpresas.
La mayoría de criterios de control para la prevención de la
aparición del llamado síndrome metabólico y las patologías expuestas, hacen
referencia al perímetro de la cintura como principal indicador y que según el National Cholesterol Education Program,
sitúa el riesgo en >102 cm
para los hombres y >88 cm
para las mujeres.
A veces cuando estas personas asumen que
están en “zona de riesgo” y deciden poner medidas al respecto, acuden al médico
que indefectiblemente les recomendará un cambio en su conducta alimenticia y de
ejercicio físico. Los médicos que ponen en mi su confianza y me envían a sus
pacientes para diseñar el conjunto de cambios alimenticios, de ejercicio y de
hábitos de vida para dirigir estos cambios junto con los profesionales con los
que trabajo, escuchan en muchas ocasiones por boca de sus pacientes la
siguiente pregunta: “¿sólo eso?, ¿todo
consiste en comer menos y mejor y comenzar a hacer ejercicio?...” y la
respuesta, aunque pueda parecer que el ejercicio físico y la correcta
alimentación es la solución para todo, es si.
Al margen del tratamiento que su
médico decida comenzar, el mejor aliado para su salud en esos momentos será
sencillamente ir rebajando su ingesta calórica entre 600 y 1000 calorías
diarias durante un periodo no inferior a un año, y, por supuesto un programa de
ejercicio adecuado. Estas serán, para la mayoría de los casos, las pautas que
le ayudarán a disfrutar de la felicidad sin necesidad de cargar con esa oronda
barriga. No olvide sin embargo que es el médico y solo el que debe decidir cual
es el tratamiento apropiado. ¡Un año!, me espetan algunos clientes, ¡pero si
faltan res meses para el verano…!, bien, dejemos la “operación bikini” para las
revistas de moda. La salud y las adaptaciones de nuestro metabolismo necesitan
su tiempo.
Frecuentemente, tras la visita con “la
bata blanca” el paciente sale de la consulta bastante concienciado y muy
seguramente en los próximos días comprará en unos grandes almacenes una cinta
de correr o cualquier otro utensilio de gimnasia para hacer en casa como
muestra a si mismo de su buena voluntad. Sin embargo y muy a mi pesar, la
experiencia me demuestra que en demasiadas ocasiones, los buenos propósitos se
quedan simplemente en eso: propósitos, y tras unas semanas, la flamante
bicicleta o la cinta pasan a ser un aparato olvidado en una habitación que casi
con toda seguridad acabará oculta en cualquier rincón para que no pueda
recordarnos con su insolente presencia lo vagos e irresponsables que somos con
nuestra propia salud.
Con el tiempo he visto personas que continúan fumando
tras superar un cáncer o incluso estando en tratamiento…, hasta ahí llega la
estupidez humana…, personas que han sufrido ya un infarto y continúan
sometiéndose a maratonianas jornadas laborales en continuo estado de estrés y
pacientes obesos incapaces de controlar su ansiedad y su apetito a pesar de
haber sido avisados por su médico. Hace ya mucho tiempo que decidí incorporar
en mi equipo una persona especialista en hábitos conductuales y psicología,
puesto que opino que los resortes necesarios casi siempre deben ser activados
por profesionales, pero hay una pregunta que siempre hago a todas estas
personas que identifican el ejercicio físico como una agresión: “¿Qué prefieres, sufrir un poco una hora
cada día o estar muerto veinticuatro horas al día?”
Luis Perea
Gracias Luis, he compartido el articulo en Facebook porque me parece genial, son incontables las veces que la gente me pregunta como perder barriguita" , todavia se creen que es broma, gracias de nuevo, un saludo.
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