martes, 29 de octubre de 2013

MOTIVACIÓN Y ACTIVIDAD FÍSICA

Copyright © Luis Perea 2013. Todos los derechos reservados. Cualquier copia, duplicación o uso del contenido de este artículo está prohibido salvo autorización previa del autor.

Esta claro que hacer deporte no es una afición que le guste a todo el mundo. Generalmente, cuando a una persona no le gusta la actividad física, todos los esfuerzos por hacerle sentir el ejercicio como algo atrayente y divertido serán en vano. Esto suele ocurrir por varias razones, una de ellas es la escasa motivación, y otra muy importante es la escasa identificación con el deporte en si mismo. 




Las causas seguramente habría que buscarlas en la niñez. El niño que no hace deporte de manera regular, acaba por identificar la fatiga y el cansancio como una experiencia negativa. Esta correlación de factores, (ejercicio igual a cansancio), permanece a lo largo de los años y acaba por formar un adulto que está cómodo en su sedentarismo y que ve en el ejercicio físico una agresión de la que hay que escapar. 

Las fórmulas de escape suelen ser de lo más variadas, algunas ya las hemos comentado: “no tengo tiempo…”, “ya hago suficiente deporte trabajando….”, “yo camino mucho durante el día…” En realidad, saber si la actividad física que realizamos es la adecuada y a la intensidad idónea, es tan sencillo como consultarle al espejo: si no tienes el aspecto físico que te gustaría, seguramente no haces el ejercicio apropiado, no con la suficiente frecuencia o no a la intensidad suficiente. Consultar la última analítica y observar nuestros niveles de colesterol o hipertensión es otra forma de ver si nuestro cuerpo nos está pidiendo un instante de atención.




La actividad física, que debería ser algo intrínsecamente ligado al ser humano, sin embargo, la sociedad actual se está acostumbrando a identificar como experiencias positivas aquellas en las que interviene la ley del mínimo esfuerzo: dormir, comer, sentarse a ver la televisión, estirarse en la playa a tomar el Sol… incluso el tremendo auge del turismo termal a sabido asociar el concepto de relax con la salud sin ni siquiera hablar de ejercicio físico, y cada vez más la gente acude a estos centros a liberar tensiones de la vida diaria y a “desconectar” de la presión del trabajo… exactamente lo mismo que hacen al llegar a casa cada día por la noche y conectar la televisión: liberar tensiones y “desconectar” de la presión del trabajo… es curioso que una enorme parte de la sociedad viva bajo este extraño mecanismo de carga de tensiones y descarga de presiones.

Todos los días de su vida, cuando hablo con algunas de estas personas, siempre les explico que lo primero es aceptar que también ellos son vulnerables a los efectos de la inactividad física, y que los beneficios podrán constatarse tanto a nivel mental como físico en un tiempo que varía en cada persona pero que vale la pena invertirlo para que apreciar los resultados. Cuando la persona que comienza un programa de ejercicio constata que su estado físico mejora, y poco a poco va identificando el ejercicio como una experiencia positiva que le reporta un beneficio a corto plazo. La motivación entonces ya no será tanto descargar presión, sino “cargarse” de energía sabiendo que el tiempo invertido revierte en nuestra propia salud.



Casi siempre, las personas que abandonan un programa de ejercicio lo hacen porque la fatiga física, el sentimiento de “esto no va conmigo”, la falta de resultados, falta de integración en el entorno social del centro deportivo o sencillamente por la sensación de ridículo (que no es más que no sentirse identificado con el ejercicio físico). Todo esto queda en relevancia en la mayoría de centros deportivos de cualquier parte del mundo. Actualmente la migración de clientes de los centros deportivos en España, oscila entre un 35 y un 50%. Es decir, casi la mitad de nuestros clientes se dan de baja antes de un año -en parte- por  hacer suyas las sensaciones descritas. 

La solución es simplemente trabajar nuestra motivación. Si hemos comenzado ya un programa de ejercicio es porque conocemos y entendemos los beneficios que vamos a conseguir, y no debemos permitir que el mínimo contratiempo tenga el poder de apartarnos del objetivo que deseamos conseguir. Si todavía no lo hemos comenzado, posiblemente debamos reconocernos a nosotros mismos que ya está bien de ponernos excusas o bien tomar conciencia de que la solución a nuestro sobrepeso, a nuestro problema estético o simplemente al tirón de orejas que nos propinó el médico en la última visita, no aparecerá como por arte de magia sin esfuerzo alguno. Al final, la experiencia me ha hecho aprender que en la vida existen dos tipos de personas: los que buscan la solución y los que se conforman y casi siempre esto es extrapolable a la mayoría de aspectos de la vida.

Seguramente el lector esperaba que concluyera esta parte revelando algún secreto para fomentar la motivación y la constancia… pero lo cierto es que no hay secretos. O se quiere hacer o no se quiere. Hay algunas ayudas, como un buen Entrenador Personal que pueda trabajar en nuestra formación y en nuestra motivación, pero la decisión final es siempre de la persona.



Luis Perea



No hay comentarios:

Publicar un comentario